Estas son fotos felices. De un lugar feliz, para mí.
Son fotos de mis dos visitas a París, una en Abril del 2016 con mi hermano Richard, y otra de Abril del 2018 con mi hermano Jorge.
A mí me gusta viajar, aunque no lo haga tan a menudo como me gustaría. Usualmente estoy muy ocupada estudiando, trabajando o ambas como para planear un viaje, tomarme el tiempo que conlleva y costear los gastos, pero cuando logro que todo se armonice soy muy feliz. Más allá de mis una y mil quejas en cada viaje, mis hermanos son fieles testigos, al final del día me siento agradecida y bendecida.
No creo haber visitado muchos lugares todavía, pero creo haber visitado suficientes ciudades cómo para decidir que tengo una favorita, y esa es París. Probablemente tenga mucho que ver con mi idea de Francia, con mi amor por el francés, con los miles de dulces, con el clima nostálgico, con la gente que se siente... más que “lejana”, privada. Pero, sobretodo, con cómo me siento yo ahí, ese aire de libertad que me conmueve y me calma. Tal vez tenga que ver con que no entiendo nada, o que todo es tan pequeño que me asombra, o que todo es tan diferente a lo que conozco que me encanta.
En todo caso, en momentos como este, donde me siento abrumada por la vida y ansiosa ante la incertidumbre del mañana, siempre puedo volver a París. Puedo recorrer los “Champs-Élysées” y comerme un “macaron” mientras Richard y Jorge me dicen que tienen frío y nos alistamos para una foto.
Y así puedo, una vez más, enfrentarme al mundo. Recordarle al mundo que soy pequeña pero no incapaz, que soy débil pero no cobarde, que soy humana sin dejar de ser divina.
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Sentimientos