Dos pasos para delante y uno para atrás, tres respiros, un suspiro y aquí no hay nada de qué hablar. ¿Y si te tapas los ojos? Ciérralos, dijo la oruga; había sido suficiente y se había caído de nuevo, como tantas veces ya. ¿Seguimos? Le preguntó al caracol y con toda esa carga ya no tenía aliento pero no se detenía, y así su respuesta dio. ¡Es un circo! gritó ella y juro que no sabía de que estaba hablando hasta que vi su rostro prácticamente desfigurado dada la cólera; eran increíbles los contrastes, la desidia, la amargura, todo en un paquetito de dos. “Ahora sí, cantemos” pensé pero la palabra ‘cantar’ había perdido fuerza en mi diccionario, entonces una mañana de diciembre desapareció ¿o fue de julio? ¿Y qué más da? Ya los días no importan, solo las horas ¡y los minutos! Sí, los minutos junto a los segundos que golpean tan duro que sientes un parlante en el oído haciendo el tan conocido “tic- tac”. Siento que a veces hablo mucho pese a mi tamaño, porque hoy soy una hormiga y las hormigas somos pequeñas... Pero lo máximo que he crecido es a un gato, un día recuerdo crecí tanto que me volví humana; es que los humanos necesitan tanto aire, que de nuevo empequeñecí y ahora soy lo que soy, un pájaro carpintero ¿o era una tortuga? Ya lo olvide. Pero yo estoy tranquila con mis decisiones... son todos a mi alrededor que se desesperan siempre, por ahí me dijeron que me coloco como objeto ¡Y yo que todo este tiempo pensaba que finalmente me estaba posesionando de mi lugar de sujeto! Qué cosa extraña, las hormigas también quisieran volar, o al menos ser tan alta como un elefante rosa o un mamut; en fin, estoy cansada, me iré a soñar con la gama de azules de aquel libro.
(1 Julio 2016)
(1 Julio 2016)