Llevo puesto un jean azul, pero la sangre lo ensucia y no recuerdo qué pasó entre el primer y último grito, puedo verme ahí tendida, sola y ahora me pregunto ¿dónde rayos te has metido? No sé si llegará el día en el que me sobreponga de todo este padecimiento, tu partida sigue siendo abrumadora. Parece que no tengo la capacidad de vivir en un mundo sin ti y ser feliz al mismo tiempo, incluso mi optimismo característico se ha ido contigo.
No sé en qué momento me decidí por hacerlo, solo me recuerdo a mí misma, gritando tu nombre frenéticamente y tirándolo todo mientras buscaba algo afilado para ir contra mí misma, aun cuando siempre he sabido que auto lastimarme no acabará con mi sufrimiento, he terminado haciéndolo. Creo que he perdido la cabeza; pero el alivio que siento al llevar el control del dolor físico me calma, mínimamente pero lo hace.
Es la primera vez que me corto, espero que no vuelva a pasar pero no doy fe de ello, ¿Quién sabe cuántas veces más el dolor pueda más que lo rezagos de fuerza que has dejado en o mí? Han pasado tres meses desde que dijiste que no podías más... Que no aguantabas más estar preso a una relación con un futuro confinado a la esclavitud, al menos así lo sentías tú; supongo que al final del día yo tenía razón: Todo esto era demasiado para ti.
Mi orgullo, siempre tan presente, se niega a permitirme admitir que te extraño, pero me rebelo y me niego a ocultarlo: Te extraño. Puede que sea un poco tarde para que mis sentimientos de amor triunfen por encima de mi egoísmo, pero mi arrogancia sigue siendo la misma así que no te dejes engañar; te conviene estar lejos de mí, fui y siempre seré tan mala para ti como tú lo eres para mí, no importa cuánto queramos negarlo.
¿Recuerdas el día que dijimos adiós? Sigue siendo un recuerdo bastante borroso para mí. Es una pena que mis padres hayan llegado a casa para “salvarme”, como ellos lo llaman, antes de que la sangre de mis venas haya abandonado todo mi cuerpo; y lo peor de todo es que sé, que de ahora en adelante, mis oportunidades de liberarme de mí misma serán más escasas que antes.
Por cierto ¿Vendrás a visitarme? Absurdo albergar este tipo de esperanzas en tales circunstancias; sin embargo postrada en esta cama de hospital, sin nada próximo para acallar los gritos de mi alma: eres tú lo único que quiero. ¿Lo notas? Heme aquí nuevamente excusándome, buscando razones que justifiquen mis ansias de verte, cuando todo lo que concierne a ti es tan simple.
A veces, parece que sigo escuchando tu voz por las noches, a ratos veo tu sombra y te siento tan cerca. Y casi me creó el hecho de que seguimos juntos, es como si tu fantasma me acosará, me cuesta creer que es solo mi imaginación jugándome una mala pasada. Debes ser tú quién me persigue día y noche, por eso no puedo arrancarte de mi pecho, después de todo solías decirme que no me dejarías ir tan fácilmente… supongo que empiezo a entender a qué te referías, eres y serás el fantasma de amor de mi vida.
Madelaine Bustamante
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Sentimientos