Sunday, May 18, 2014

Las manchas.

- ¿Qué haces?
- Nada.
- ¿Qué haces?
- Nada.
- ¿Qué haces?
- Nada. Respondió nuevamente.
- ¿Cómo estás?
- No es asunto tuyo.
- ¿Cómo estás?
- No es asunto tuyo.
- ¿Cómo estás?
- No es asunto tuyo. Quiero una rosa.
- ¿Qué?
- Dame una rosa.
- Ya tienes una rosa.
- No. Dame una rosa ¡Ya! Dijo y una lágrima imprudente apareció.
- Oh. Respondió.
- Que me des una ahora. Dijo limpiándose la lágrima.
- La nieve la mataría. Respondió dejándola perpleja, ahora no brotó una sino varias lágrimas.
- No, no. Trató de tranquilizarse a sí misma. Quiero las blancas, las blancas que van de la mano con la nieve. Repuso con firmeza. 
- Las blancas no van con la nieve, morirían también. Le respondió.
- Pero... Fue lo único que logró decir pues ni ella misma hallaba sentido en sus palabras.
- Aparte, recuerda que tiene espinas. Imagina cuánto se mancharía la nieve por su causa.
- No, no; eso no importa. Dijo ella mientras miraba al infinito, como queriendo atrapar un recuerdo, mientras recogía sus brazos y entrelazaba sus manos, todas llenas de cicatrices. 
- Ya es tarde, deberías dormir.


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Sentimientos