Ella se encontraba una vez más ahí... sentada con el papel en mano queriendo dejar salir de lo más recóndito de su ser todo aquello que la oprimía... pero había algo que la detenía, algo que no podía describir pero había. Entonces el papel la miró & ella miró el papel & lo saludó, a lo cual él respondió:
- Hola palabra.
Y ella rió, rió con amargura y lloró al final colmada de dolor; así que sabía quién era... la reconocía sin siquiera haberse anunciado, por primera vez alguien o algo la había anunciado como tal, como palabra... simples letras, porque eso era lo que ella era y no podía ser más que eso. Muchos la había catalogado de ser humano, “ser humano” pensaba ella y reía, “como si alguien en este mundo supiera a ciencia cierta lo que eso implica” decía para sus adentros mientras miraba por la ventana y sólo lograba ver casas y techos.
“Quisiera ser una casa”, pensó por un momento, pero abandonó de inmediato la idea; después de todo siendo casa no estaría siempre llena, aun siendo una casa se encontraría vacía por minutos, por horas, por días, “pero no siempre” se dijo y sintió una punzada de dolor que no sólo la afligía sino más bien la quebraba, la partía y rehacía, lo que era incluso más doloroso.