"Insistó en que no lo merece" dijo ella en voz baja indignada por su actitud, mientras una lágrima de rabia y orgullo se deslizaba por su mejilla derecha.
"¿Decías algo?" respondió él tan poco atento como siempre y ni siquiera notó esa viva muestra de malestar. Una llamada lo hizo levantarse e ir a la sala próxima.
"¿Por qué diablos mi novio se va a otra habitación para hablar?" dijo eso embriagada por el mal sabor que deja el saberse no amada por quien amas.
"¿Sí? Hola, te pedí que no llamarás a está hora. Estoy ocupado, sí, tengo mucho trabajo, adiós." Lo decía tan bajo que pensó tontamente que ella no escucharía. Ella...que tenía su voz tan grabada como la suya , ella que leía sus labios con extrema facilidad, ella que entendía sus posiciones, ella que lo amaba desmedidamente.
"Y vuelve a mí, el farsante más grande de mi historia." Se dijo a si misma mientras se limpiaba el rostro de esa agua salada.
"Mi amor, demos un paseo, quiero que nos besemos hasta extasiarnos, quiero bailar contigo, quiero tomarte de la mano y que todos vean que eres sólo mía. Quiero que la eternidad se exponga a través de un abrazo nuestro." Lo dijo cual poeta enamorado, tan basta era su mentira y tan propio el engaño, que sus palabras sonaban sinceras.
"Vamos." Fue lo único que ella logró articular mientras corría a su lado, tomaba su mano y le decía al oído "Te Amo, Imbécil."
Y él se rió, porque pensó que era una típica broma suya. Pero no, esta vez no era una broma, en serio lo amaba y en serio era un Imbécil.