Por más que llamaba no atendía. Le había dicho que se iba de viaje con sus amiga y sin más se había ido. Ya llevaba tres días sin dar rastros de vida...Había logrado comunicarse perfectamente con Sharon, Samy y Sussana, pero todas se negaban a siquiera nombrar a Ashley. ¡Eran enamorados! Se supone que tenían algo...¿Entonces por qué le hacía esto? Sin duda ella sabía como hacerle daño, en el último mes, no había parado de lastimarlo con sus silencios, más que ninguna otra cosa, él odiaba que hubiera en ella silencio, no sabía como derrumbarlo, no sabía como escaparse, no sabía como hacerle frente, porque el silencio había sido su fuerte, ella era el sonido que ahora se había callado.
- Anthony, deja de pensar en ella. Es sencillo, la tipa no quiere saber de ti.
- ¿Cómo lo sabes Natasha? Ni siquiera hemos podido dialogar.
- Y tampoco podrán porque por lo visto ella no tiene intensiones.
- Pero...yo la amo. No quiero perderla.
- Pero ya la perdiste...Lo siento Ann, pero es la verdad. Ya me tengo que ir. Le respondió su mejor amiga de la infancia y se retiró. Siempre tan cruda, tan directa, tan insensible, pero a su manera, ella cuidaba de él. Natasha era la hermana que nunca tuvo.
- Hola... Una voz ligeramente entonada...dulce, suave, melódica, perfecta para él.
- Mi amor ¡Te eche tanto de menos! He estado llamandote estos días pero al parecer hay muy mala señal allá.
- Ah, bueno, sí. Dijo ella tan apagada...
- ¿Pasa algo? Preguntó él con el corazón en la mano.
- Sí, mira, ahora no puedo hablar, mmm...te llamaré en cuanto llegue. Fueron sus últimas palabras y colgó.
Los días transcurrieron con un ritmo más pesado, se hicieron más deprimente, y menos gustosos. Así deben sentirse los drogadictos sin su dosis, así deben sentirse los alcohólicos sin su bebida, así se sienten los amantes sin su querida. Sólo se había ido por una semana y eso ya era el infierno para él. Afortunadamente ya sólo faltaba un maldito día sin su presencia.
El domingo se levanto más temprano que de costumbre, estaba realmente alegre. Después de esa "larga espera" al fin el destino era justo y la devolvía a sus brazos. Estuvo pendiente del teléfono todo el santo día y ni una sola llamada. En la tarde recibió un mensaje de Sharon:
"Hola Anthony, te escribía para decirte que ya llegamos. Seguro luego te llama Ash si es que aún no te ha llamado. Que andes bien lindo, besos."
Estaba empezando a enojarse...Ashley parecía tan perdida ultimamente, hace cuatro meses que estaban juntos y de repente hace un par de semanas ella se había empezado a distanciar tan patéticamente de él. Pero lo más insólito era todas las cosas que él le permitía, una persona cuerda y con su nivel de dignidad equilibrado no se rebajaría a tanto, permitirle tantas desconsideraciones cuando él era el novio perfecto. No bebía, no fumaba, no salía a discotecas sin ella, no iba a ninguna parte sin comunicarselo, todos los días la visitaba, cada fin de semana la llevaba a un lugar diferente & hermoso, aunque sea una esquina con una fuente de agua...después de todo ella era fácil de maravillar, era como una niña en un mundo de grandes...tan dulce y en extremo sincera, aunque también era controladora y posesiva, pero él asumía que sus celos eran parte de su inmenso amor por él...pero ahora no sabía que pensar, ella estaba demasiado distante.
Si seguía esperando su llamada se volvería loco, tomo su patineta y se fue a dar unas volteretas pro el vecindario, pero antes iría a comprar un par de víberes, un chico de veinte años viviendo solo necesitaba arreglarselas.
Al llegar a la tienda la vio, estaba con un jean hasta el tobillo, unos deportivos blancos, una camisa rosa palido y unas gafas negras que parecían querer cubrir todo su delicado rostro. Por un momento su corazón dejo de palpitar anonadado por la felicidad desmedida que le producía verla...pero al segundo ese sentimiento se evaporó al ver que en la caja estaba atendiendo un rubio, ojos azules al que conocía muy bien, era su ex-novio, había estado con él durante cinco años y al final habían terminado porque él la había engañado... Ashley era una chica muy complicada y difícil de alcanzar, pero para Anthony había sido un poco más sencillo, había sido su mejor amigo desde el colegio, ella estaba triste y sola & él le ofrecía esa seguridad que solo alguien a quien conoces de pies a cabeza de puede dar, si se va en contra ti, sabes que perdera mucho porque lo conoces todo sobre su vida. Aún así, los dos primeros meses había sido muy duros de llevar, en especial para él porque ella era muy fría y desconfiada, pero el tercer mes se había abierto un poco más y el cuarto había sido la gloria, sin embargo...el quinto se había tornado gris de manera impredecible, Anthony creyó haber encontrado la razón. No estaba en su naturaleza llorar pues su crianza le había dictado "que los hombres no lloran" pero él había aprendido que eso no era señal de debilidad sino más bien de sensiblidad, y salió de la tienda, se arrimó a la pared y dejo que su cuerpo cayerá lentamente en el asfalto hasta sentarse como mendigo que no tenía más fe por la vida. Estuvo esperando por ella dos largas horas hasta que recibió una llamada de ella que no contesto y así hasta tener tres llamadas perdidas de Ashley.
Luego de una hora más de espera ella salió. Ya no veía en ella un ángel ni la razón de sus alegrías, sino más bien una sirena malvada que había robado su corazón, aún cuando intento no amarla, su presencia le dio paz.
- No me contesta. No quiere hablar conmigo. Ya debió haberse enterado ¡Les dije que no dijeran nada! Maldición es tan difícil. Y empezó a llorar. A la par que empezó a llorar tocó su vientre, limpio sus lágrimas. Oh no Anthony, no llores cariño, todo esta bien.
Él no vio el movimiento de sus manos, sólo oyó sus palabras y pensó que eran dirigidas para él a lo que respondió.
- No Ashley. Con una voz entrecortada y unos ojos rojos irritados de tanto llorar.
Ella se exaltó y se volteó. Él estaba ahí. En el piso ¡Llorando, llorando! Lo veía tan demacrado y sabía que era su culpa, no lo podía soportar, quería abrazarlo, presionarlo junto a ella y nunca jamás alejarse de él, pero un pequeñísimo bulto en su interior le hizo dudar. Aún así se arrodilló y lo besó.
Ese beso lo reanimó, el sintió que ella era suya aún cuando todo parecía ser lo contrario, pero dejo que ese beso lo envolviera y se dejo llevar porque ella era su vida entera, aquel día que la había visto el su primer show de ballet había descubierto que ella era la mujer de su vida y no pensaba renunciar a ella de ningún modo.
Una vez que se despegaron ella se sentó a su lado y él entre sollozos le dijo que la había extrañado y le pregunto que hacía en ese lugar.
- Tengo que decirte un par de cosas. Dijo ella con voz firme por primera vez en dos semanas.
- Dime.
- Anthony, estoy esperando un hijo, tengo seis meses y dos semanas de embarazó, me entere de esto hace tres semanas y no sabía como decirtelo. Nunca pensé ni pienso abortar a mi hijo, tampoco te pido que te hagas cargo porque el padre esta dispuesto a tomar su responsabilidad. Yo sé que tu me amas y que soy muy importante para ti, pero quiero que sepas, que ahora es el momento preciso para que te alejes, a tu edad los chicos se divierten y se esfuerzan al máximo en sus estudios, no quiero ser un estorbo en tu vida, quise ser una parte de la misma porque pensé honestamente que podía hacerte feliz, pero debido a pequeños invitados inesperados ya ves que no se ha podido. Dijo ella entre ligeras risas y miles de lágrimas, pero con una voz inquebrantable. Por último quiero que... Dejo la frase inconclusa porque él la abrazo y repetía incansablemente: No quiero, no quiero, no quiero.
Quedó impactada por quince minutos y luego reaccionó, él no quería dejarla, él no quería que ella se alejase, para él Ashley nunca fue un estorbo, aún cuando siempre le copiaba en Química, aún cuando ella se rompió la pierna en cuarto curso y él tuvo que llevar sus cosas todo el tiempo, aún cuando su ex-novio no la recogía y él se encargaba de llevarla al baile, aún cuando ella encubría a sus amigas y él se unía a ella cargando así el peso de la culpa, aún cuando ella esperaba un hijo de otro y él tenía que estar a su lado, porque simplemente él siempre la ha amado... La amado como nunca nadie la había amado...y como nunca nadie la amará.
Ella lo abrazó y dijo suavemente a su oído.
- Yo tampoco...
Esa era su manera de decirse cuanto se amaban.